miércoles, 27 de febrero de 2013

2.1 MÉXICO INDEPENDIENTE

2.1 MÉXICO INDEPENDIENTE
Aprendizajes esperados
Explica las dificultades de México para constituirse como nación independiente.
Explica cambios en las formas de gobierno del siglo XIX.


Con la Independencia de México en 1821 la nueva nación estaba en fracaso. El escenario financiero era mucho más complicado de lo que percibían quienes habían protagonizado la lucha por la independencia, y ahora tenían en sus manos la responsabilidad de gobernar el país.
Desde fines de la etapa colonial la movilidad económica de nuestro país había empezado a decaer como consecuencia de múltiples causas. Las reformas borbónicas habían intentado constituir mejor a Nueva España para extraer mayores recursos económicos de ella, y una de las medidas para lograr este objetivo había sido la aplicación de la Real cédula de consolidación de vales reales que había obligado a muchos novohispanos a vender sus propiedades para pagar préstamos a la Iglesia. Por otro lado, las constantes guerras y conflictos en que se había visto involucrada la metrópoli, así como la invasión napoleónica que sufrió España en 1808, la obligó a retirar más capitales de las colonias para defenderse.
Además, los once años de guerra por la independencia habían afectado las actividades productivas como la agricultura, la ganadería, la minería y la incipiente industria; habían lastimado severamente el comercio entre las distintas regiones; habían provocado grandes pérdidas humanas, con lo que la fuerza de trabajo se había reducido y, para colmo, muchos españoles ricos abandonaron el territorio llevándose sus fortunas.

Así, la consumación de la Independencia no significó la restauración inmediata del orden; por el contrario, en el país reinaba la inseguridad y la inestabilidad. Los caminos estaban acechados por bandoleros que robaban las mercancías de quienes transitaban por ellos, entorpeciendo el comercio interno. De la misma forma, México debió buscar nuevos mercados para sus productos en naciones extranjeras, que no fuesen España, con las cuales comerciar, ya que el comercio exterior durante la Colonia había sido exclusivamente con la metrópoli.

Las finanzas públicas estaban arruinadas porque el cobro de impuestos, uno de los pocos medios que tenía la joven nación para allegarse recursos, era muy deficiente debido a la desorganización política y administrativa del Estado. Se tuvo que recurrir tanto a préstamos internos de algunos particulares acaudalados, que se enriquecieron aún más por los elevados intereses que cobraban, como a préstamos externos que se utilizaron en su mayoría para defender la soberanía de la nación de los intentos de reconquista por parte de España.

Los primeros años de historia del México independiente, la joven nación los vivió lleno de conflictos de índole político y social, en conjunto con la débil economía que dejaron los once años de guerra para buscar su independencia, hizo que se viviera inestabilidad en los gobiernos que se instituyeron, primeramente como un imperio y una alternancia entre república federal y centralista cuyos actores principales fueron los grupos de poder llamados liberales y conservadores.
Las clases sociales explotadas y abandonadas durante el virreinato, con la independencia no consiguieron una mejor posición en su calidad de vida muy al contrario los indígenas siguieron siendo explotados y abandonados socialmente, hecho que aun en nuestros días sigue siendo actual no solo en esta población si no en mexicanos económicamente menos favorecidos.

Al consumarse la Independencia de México, en 1821, existía entre la población y las nuevas autoridades gubernamentales un enorme entusiasmo; gran parte de la población consideraba que el destino político y los recursos económicos del joven país estarían ahora en sus manos; sin embargo la esperanza de construir una nación próspera y pacífica se desvaneció muy pronto.
Once años de lucha armada habían dejado al país en una situación económica muy difícil: buena parte de los caminos estaban destruidos, la actividad minera se había paralizado durante la contienda, y muchos campos de cultivo estaban abandonados.
Por otro lado, los españoles peninsulares se habían llevado una parte importante de los recursos monetarios, y no era fácil establecer un sistema eficaz de cobro de impuestos. Todas esas fueron causas de que los primeros gobiernos independientes enfrentaran la bancarrota, esto es que carecían de los recursos económicos necesarios para hacer frente a la reconstrucción, a la reactivación de las actividades productivas, al pago de la deuda heredada de la etapa colonial y al mantenimiento de la burocracia y del ejército.
La única salida inmediata para remediar la difícil situación económica era solicitar préstamos a banqueros ingleses y franceses por lo que los primeros gobiernos se endeudaron con las naciones más poderosas e industrializadas de ese momento. Así comenzó un proceso de endeudamiento que tendría consecuencias posteriores muy serias, como la intervención francesa de 1862.
La población mexicana era sumamente heterogénea al inicio de la vida independiente y vivía en situación de desigualdad económica, social, educativa y cultural; además estaba distribuida irregularmente en un inmenso territorio, concentrándose mayoritariamente en el centro y sur del país y escasamente en las regiones del norte.

Aunado a las difíciles condiciones económicas y sociales, México tenía frente a sí la tarea de defender su recién lograda independencia frente a España, nación que intentaba recuperar el dominio sobre un territorio que aún consideraba propio.
Los primeros ensayos de gobierno reflejaron la inexperiencia de los criollos, que no se ponían de acuerdo respecto a la forma de gobierno que más convenía a México. Ensayaron primero una monarquía con Agustín de Iturbide a la cabeza; después una república federal, y años más tarde una república centralista. A lo largo del siglo XIX se sucedieron en el poder federalistas y centralistas.

¿Te imaginas lo difícil que resultó para los recién independizados mexicanos, gobernar un país enorme, que durante trescientos años había sido colonia de una nación europea y que se encontraba destruido después de una larga guerra?

La precaria economía para solventar los problemas que el naciente país enfrentaba aunado a la división entre mexicanos, fue un factor importante que jugo a favor de la invasión estadounidense que buscaba integrar los territorios abandonados del norte de México, hecho consumado al mutilarse los mismos al perder el país la guerra con los estados unidos, posteriormente vivió la guerra de reforma provocada entre algunas razones por la supresión de privilegios del clero a través de la constitución de 1857 y del enfrentamiento de liberales y conservadores por asuntos de gobierno.


Nacer a la vida independiente no fue fácil para México. Durante todo el siglo XIX y parte del XX tuvo que enfrentarse a múltiples retos como nación.
En efecto, en lo político debía demostrarse a sí mismo y al mundo que había alcanzado la madurez para gobernarse. En ese contexto dos grupos de poder con intereses diversos, los liberales y los conservadores, se mantuvieron a lo largo de casi todo el siglo XIX en una cruenta lucha por imponer cada uno su propio proyecto de nación: los liberales pugnaban por establecer el federalismo, es decir, una república federal, mientras los conservadores pretendían instaurar el centralismo por medio de una república central o de una monarquía.
La lucha entre liberales y conservadores mantuvo al país en una constante inestabilidad política, hasta que a finales del siglo se pacificó. Paralelamente, México debió hacer frente a diversas intervenciones extranjeras en el siglo XIX; las de mayores consecuencias fueron la intervención estadounidense de 1846, después de la cual nuestro país perdió más de la mitad de su territorio, y la intervención francesa de 1862, que tuvo como consecuencia directa la instauración del imperio de Maximiliano de Habsburgo.

Al consumarse la Independencia de México, en 1821, existía entre la población y las nuevas autoridades gubernamentales un enorme entusiasmo; gran parte de la población consideraba que el destino político y los recursos económicos del joven país estarían ahora en sus manos; sin embargo la esperanza de construir una nación próspera y pacífica se desvaneció muy pronto. Once años de lucha armada habían dejado al país en una situación económica muy difícil: buena parte de los caminos estaban destruidos, la actividad minera se había paralizado durante la contienda, y muchos campos de cultivo estaban abandonados.


De interés:


Independencia / Agustín de Iturbide: El trágico destino de un libertador, por Roberto Espinosa de los Monteros Hernández


Pocos días después de su abdicación al trono, el 30 de marzo de 1823, Agustín de Iturbide salió de Tacubaya en compañía de su familia rumbo al exilio. Durante la travesía hacia Veracruz, el ex emperador y su comitiva, escoltados por el general Nicolás Bravo al mando de 500 hombres, tuvieron que afrontar múltiples vicisitudes, pues existía el temor de sufrir algún atentado en contra de su vida, por lo que Bravo optó por franquear a través de haciendas y pueblos en vez de pasar por ciudades.

Otra dificultad fue que la escolta estaba integrada tanto por elementos del Ejército Libertador como por soldados fieles al ex emperador, quienes chocaron en distintas ocasiones. Al llegar a Tulancingo, Bravo ordenó a la guardia personal que se dispersara para evitar un conflicto mayor. También en esta ciudad se pretendió arrestar a su secretario particular, Francisco de Paula Álvarez, así como a los clérigos y oficiales que lo acompañaban.

Aunado a lo anterior, la precaria salud de su hermana Nicolasa y la avanzada edad de su padre, provocaron que los familiares de Iturbide retornaran a la Ciudad de México. No obstante, al atravesar algunos poblados recibió muestras de afecto de muchos mexicanos.

En lugar de arribar a Veracruz, llegaron a la Antigua, pues el puerto permanecía en cuarentena debido a la fiebre amarilla. El 11 de mayo, el grupo compuesto por 28 personas: Iturbide, su esposa y sus ocho hijos; un amigo de nombre José López; su confesor José Treviño; su sobrino José Malo; el mencionado secretario con su padre, esposa y dos hijos, además de 10 empleados y sirvientes, se embarcó en el buque Rawlins, perteneciente a la Compañía Alemana de las Indias.

Después de 83 días de viaje, arribaron el 2 de agosto a la ciudad portuaria de Liorna, en la región de Toscana, Italia. El libertador vivió durante algunos meses en la Villa Guevara, propiedad de Paulina Borghese, hermana de Napoléon. No obstante, éste fue un periodo difícil, debido a que el gran duque de Toscana no le brindó las garantías que estaba obligado a darles a él y a su familia, ni el gobierno mexicano le allegó los recursos que debía proporcionarle para vivir; estas circunstancias, aunadas a la presión que ejerció la Santa Alianza, provocaron que cambiara de domicilio.

En diciembre empacó sus maletas, dejó Liorna y cruzó Europa a través de Italia, Suiza, Alemania y los Países Bajos. En Ostende se embarcó en un vapor con destino a Londres, a donde llegó el 1 de enero de 1824. Se instaló por un par de meses en la capital inglesa; primero lo hizo en Saint Paul’s Coffee House, pero al enterarse de que ahí no se hospedaba la gente “decente”, se trasladó a George Street Picadilly.

Fue en marzo cuando la familia Iturbide se mudó a Bath, ciudad establecida a orillas del río Avon, que en el siglo xviii había experimentado un notable desarrollo urbano. Por informes del padre José María Marchena, espía del gobierno mexicano, se sabe que salía pocas veces a la calle, que en ocasiones acudía al teatro y que gastaba excesivamente en comestibles.

Mientras tanto, en México, el Congreso retuvo la manutención que pagaba a Iturbide y lo declaró “fuera de la ley”. En caso de que pisara territorio mexicano, se le aplicaría la pena de muerte sin más procedimientos legales.

Durante su estancia en Inglaterra, recibió varias cartas de mexicanos que querían su regreso a suelo patrio; convencido, preparó su retorno. Antes de salir de aquel país, dejó una carta al secretario de Relaciones Exteriores británico, en donde le explicó que marchaba a México a invitación de varios grupos, con el único fin de consolidar un gobierno, mediar en las partes en conflicto y promover la paz.

También se entrevistó con José de San Martín —libertador de Chile y Perú que vivía exiliado en la nación anglosajona—, quien trató que disuadirlo de regresar a México, a fin de evitar una guerra civil. Sin embargo, Iturbide zarpó el 11 de mayo de 1824 en el barco inglés Spring desde el puerto de Southampton, acompañado de su esposa y de sus dos hijos menores. También iban José Malo, los sacerdotes José López y José Treviño, el italiano Macario Morandini, el impresor inglés John Armstrong y Charles Beneski, coronel polaco que le había acompañado en sus campañas mexicanas. Llevaba consigo una prensa, documentos personales, joyas de la familia y un manifiesto que dirigiría al pueblo mexicano.

Las opiniones sobre esta decisión de Iturbide fueron contradictorias; por un lado, los británicos pensaban que su retorno era necesario, incluso un autor escribió que se trataba “de una decisión patriótica y desinteresada”. En cambio, para los escritores mexicanos, incluido Alamán, Iturbide pretendía restaurar un régimen monárquico.

El 29 de junio el Spring llegó a la bahía texana de San Bernardo. Al no encontrar al coronel Trespalacios, se dirigió a Tampico el 1 de julio. Las corrientes marinas lo obligaron a desembarcar en Soto La Marina, en el recientemente creado estado de Tamaulipas. Iturbide envió a Beneski para que se pusiera en contacto con el general Felipe de la Garza, comandante general de las Provincias Internas de Oriente —hombre a quien le había perdonado la vida al ocurrir el arresto de algunos miembros del Congreso cuando fue emperador—, procurando averiguar la situación imperante en el país y cerciorarse de contar con su apoyo. De la Garza simuló ser partidario de Iturbide y respaldar su regreso al país.

El 17 de julio Iturbide desembarcó del navío y acudió con De la Garza. Después de la entrevista que sostuvieron, fue apresado y escoltado hasta un pueblo cercano llamado Padilla, en donde la legislatura de Tamaulipas había estado sesionando los últimos tiempos. Dos días más tarde, De la Garza se reunió con siete de los once legisladores que estaban presentes y dos sustitutos. Un total de nueve miembros sentenciaron a Iturbide a la pena capital, acatando lo dispuesto por la ley federal del 28 de abril que proscribía su regreso al país por considerarlo traidor y fuera de la ley.

En un aposento que daba a la plaza principal, una veintena de hombres. custodiadaba a Iturbide. En la tarde del 19 de julio escribió una carta al Soberano Congreso de México, en la que pedía que se le explicara qué crimen había cometido para merecer ese castigo. Gordiano del Castillo, ayudante de De la Garza, sólo le informó que a las 6 de la tarde sería pasado por las armas. Además redactó otra carta dirigida a su esposa Ana en donde le decía: “La legislatura va a cometer en mi persona el crimen más injustificado: acaban de notificarme la sentencia de muerte por el decreto de proscripción; Dios sabe lo que hace y con resignación cristiana me someto a Su sagrada voluntad”.

Un sacerdote, que al mismo tiempo presidía la legislatura de Tamaulipas, le administró los sacramentos a Iturbide. Éste, a su vez, le pidió al cura que entregara la carta a su esposa; a su hijo mayor le dejó su reloj y su rosario.

El libertador de México fue llevado a la plaza en donde sería ejecutado: miró a todos lados, pidió un vaso con agua y distribuyó entre el pelotón de fusilamiento tres onzas y media de oro que llevaba. Después de que sus ojos fueron vendados y sus manos atadas, sólo exclamó con voz fuerte y firme: “¡Mexicanos! Muero con honor, no como traidor; no quedará a mis hijos y su posteridad esta mancha; no soy traidor, no…”

Rezó el credo, besó un crucifijo e hizo acto de contrición. Enseguida fue puesto de rodillas y cuatro hombres le dispararon, pero sólo tres balas lo alcanzaron: una, mortal, dio en la parte izquierda de la frente; otra en el costado izquierdo, entre la tercera y cuarta costillas; la tercera penetró en el lado derecho del rostro, junto a la nariz. Al momento de su ejecución tenía 40 años de edad.

Vestido con el hábito franciscano, el cuerpo fue velado a la luz de cuatro cirios en una capilla que servía también como recinto legislativo. El general De la Garza cubrió los gastos del funeral que se efectuó a la mañana siguiente y José Miguel de la Garza García, quien votó a favor de la ejecución, ofició una misa a la que concurrieron los diputados.

Después de haber sido paseado su cadáver por la plaza del pueblo, fue enterrado en la parroquia. Al día siguiente De la Garza fue declarado “Benemérito del estado de Tamaulipas”. Acerca de este suceso, el 29 de ese mes el periódico El Sol de la Ciudad de México publicó en una editorial: “Compadezcamos su infortunio y tratemos solamente de hacer olvidar las funestas divisiones en que íbamos a precipitarnos”.

Años más tarde, el general Manuel Mier y Terán se hospedó en las habitaciones en las que Iturbide había sido apresado en Padilla. Se sentía perturbado por el caso texano, por la posible pérdida de este territorio y por su derrota como candidato a la Presidencia de la República. Presa de una profunda depresión, precipitó su muerte el 3 de julio de 1832: en la plaza del pueblo, frente al sitio donde se ejecutó al ex emperador, dejó caer su cuerpo contra su espada, quitándose la vida. En acato a sus deseos fue sepultado junto a los restos del libertador.
En noviembre de 1833, durante la primera administración de Antonio López de Santa Anna, el Congreso reconoció a Iturbide y propuso que sus restos fuesen depositados en una urna en la capital del país, lo que se realizó hasta la presidencia de Anastasio Bustamante, en 1838, cuando fueron colocados en la capilla de Felipe de Jesús en la Catedral metropolitana. Al igual que Mier y Terán, Bustamante ordenó que, a su muerte, su corazón fuese enterrado con los restos de Iturbide.


9 comentarios:

  1. Anónimo8:31:00

    Entonces no eramos tan independientes como queriamos. saludos prof.

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  2. Yo creo que si eramos independientes pero solo de España

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  3. Anónimo8:33:00

    Esta buena la pagina, despues del face me informo aqui. grcias.

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    1. Espéro que complementen sus conocimiento adquiridos

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  4. Anónimo12:01:00

    estaba amolado el pais profe y asi sigue estando

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    1. Eso tiene que ver tambien con lo que paso despues, entre 1821 y el año 2013 han pasado muchos eventos que marcaron el rumbo de nuestro pais. Lograr la libertad y el progreso no se consigue de la noche a la mañana.

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  5. Anónimo12:02:00

    si pero nos siguen oprimiendo, no hay empleo mi papa gana poco. de q sirvio la independencia, de nada

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  6. Tambien debemos procurar una independencia cultural, no depender de patrones extranjeros. Consumimos mucho de las diferentes culturas eso nos hace seguir siendo una colonia economica por que dependemos de otros paises para poder progresar.

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